La comitiva que aparece en More Sweetly Play the Dance empieza con una figura masculina danzando, que se desplaza desde el principio hasta el final de la instalación. Después de él, por la obra transitan diferentes figuras: unas que se mantienen vivas gracias a goteros intravenosos, otras agitando una bandera en una suerte de reivindicación política, sacerdotes danzando y portando lirios fúnebres, así como también una sucesión de personas arrastrando sacos y cuerpos envueltos, que recuerdan a las víctimas de virus y pandemias, como la del Zika, el Ébola. En la procesión observamos también personas que andan llevando sobre sus hombros todas sus pertenencias, imagen frecuente en nuestros telediarios cuando aparecen refugiados procedentes de distintos países del Mediterráneo.
Kentridge ha utilizado en diferentes ocasiones el formato de procesión o desfile en sus obras para, tal y como él mismo afirma, «intentar englobar la obra la multiplicidad de personas que hay en el mundo», y a la vez, queriendo hacer alusión a la importancia del ir a pie como medio de automoción principal del siglo XXI.
Toda la procesión está dirigida por una animada banda de metal (African Immanuel Essemblies Brass Band), con una música festiva y jovial, que se contrapone a la dureza de algunas de las situaciones referenciadas por los personajes. La última figura del cortejo es la bailarina sudafricana Dada Masilo, vestida con zapatos de punta, bailando ballet clásico vistiendo uniforme militar y llevando un rifle.
Es inevitable ver referencias a la danse macabre o danza de la muerte de invención medieval, una forma alegórica de resistir y respetar la fuerza de la muerte. Kentridge la plantea aquí como una procesión de dibujos animados y vídeos de bailarines moviéndose juntos hacia la muerte, como fuerza igualadora que nos reúne a todos finalmente. Pero cuando bailamos, estamos vivos: la danza, siendo mayormente un gesto, requiere de precisión y control completos sobre el cuerpo, pero también necesita abandono, imprudencia y energía. Pasados unos minutos, el baile se convierte en lo menos absurdo de la obra. En el mundo de More Sweetly Play the Dance, la danza es una forma de vivir a través de la violencia y una forma de morir por ella.
En el catálogo William Kentridge. More Sweetly Play The Dance, el artista permite conocer una manera única al trasfondo, la preparación y la grabación de la obra.