Hijo de destacados abogados antiapartheid, las obras de William Kentridge (Johannesburgo, 1955) son un reflejo de su preocupación personal y global sobre cuestiones como la represión, la injusticia y la atrocidad. Considerado una figura clave en la recuperación de la memoria histórica de su país – que aún hoy tiene que luchar para romper con el pasado colonial y la polarización racial -, Kentridge explora a través de sus creaciones la compleja historia de Sudáfrica y, más ampliamente, la naturaleza de las emociones y la memoria humanas:
«Me interesa el arte político, es decir, un arte de ambigüedad, de contradicción, de gestos incompletos y finales inciertos»
Las obras de Kentridge aluden a los diversos problemas de la sociedad a través de la asociación de ideas, no de la representación específica de situaciones concretas, convirtiéndose así mensajes de carácter universal, protagonizados por el sufrimiento humano y las injusticias sociales: Kentridge busca mostrar el impacto del apartheid y de los cambios políticos sobre la población, más que plasmarlos directamente. A lo largo de los años, además, ha ido incorporando también la aceptación de esta realidad vivida, y la visión de un país en busca de responsabilidades. Ante la representación de estos mensajes, el espectador no puede más que ver interpelado su compromiso ético, convirtiéndose en cómplice de la denuncia del artista.
Kentridge emplea una técnica de stop-motion muy característica: modifica y fotografía los dibujos hechos con carbón vegetal, dejando a menudo en el papel restos casi fantasmagóricas de marcas anteriores. Este rastro dejado por los materiales es constante y se va superponiendo, tal y como sucede con los acontecimientos que conforman la memoria personal y colectiva.
Esta técnica, a la cual el mismo artista se refiere como “tecnología de la edad de piedra”, iniciada en 1989, evoca los orígenes del cine y de la imagen en movimiento, a los que ha hecho alusión también en otras obras, como 7 Fragments for Georges Mélies, Jouney to the Moon y Day For Night, todas presentes en la colección de la Fundació Sorigué.